24 mayo 2011

Crónica desde la penumbra

Inserta entre la luz y la sombra, al abrigo del abismo y de la ceguera, del fuego y del hielo, la penumbra es el breve espacio que separa en la aurora y en el crepúsculo, las antagónicas fuerzas que contienen el ciclo vital circadiano.

Este preámbulo nos da la posibilidad de narrar, de forma sintética, el conflicto que existe entre el exceso de información y la incapacidad para atisbar de manera consecuente una visión de conjunto. Abrumados con una inagotable cascada de fragmentos textuales, sonoros y visuales, el individuo y las sociedades se ven empujados hacia un sui generis estado de nihilismo, en el que la afluencia de datos recrea constantes variaciones sobre la percepción de la denominada realidad y engendra, por saturación, un bloqueo del discernimiento y por ende, de la acción.

En los casos en que ciertos sectores sociales pasan a esa acción, la imagen que sobre ello se ofrece en los medios de masas muestra una tendencia desaforada al exceso, con el objetivo de captar la más amplia audiencia posible; toda una gama de razones e intereses entrecruzados incitan a esa desmesura en el tratamiento de las noticias hasta crear en el espectador una creciente tolerancia a esa brutal forma de presentar los hechos: relatos breves, tesis cortas y de nula o escasa enjundia, reiteración de ideas concisas y con un sustrato simplista que logran pasar, en un corto espacio de tiempo, de la actualidad al olvido, a la par que se ven solapadas , a su vez , con otra noticia de similar o mayor envergadura que la anterior.

Convertidas la información y la amnesia en compañeras de ruta, no es de extrañar que el término “surfear” sea un retrato metafórico de lo que se hace en este maremagnum de interconexiones culturales e informativas.

Las escalas de grises , que pueblan de alguna manera la penumbra, son el recordatorio de que no se deben comprimir la realidad ni las vivencias en unos planos o categorías intencionadamente elementales y de corto recorrido.

Es muy recomendable en un tiempo en el que se impone el pensamiento único, no obviar la amplia gama de ideas y matices que conforman nuestra existencia. Por causa de una velocidad ,al parecer uniformemente acelerada, estamos ejerciendo el olvido como antídoto ante la avalancha de datos que nos obtura la capacidad de asimilar, reflexionar y pensar.

Las obras pictóricas que se presentan, están elaboradas con un medido y meditado empleo de los tonos grises, intermedios, adyacentes ; están construidas con la voluntad de expresar la idea de que se puede entrar y salir del silencio, del ruido, de la luz, de la sombra sin que por ello quedemos inermes .

Esa penumbra es la zona de paso, de la contemplación, de la conciencia de que se avanza hacia cualquiera de los horizontes enfrentados y conforma, inexorablemente, el territorio en el que se toman las decisiones. La penumbra nunca está quieta y siempre, siempre, acompaña a la luz.

Gregorio González. Teror. Abril de 2011.